Aunque la edad avanzada es un factor de riesgo importante, el Alzheimer no es una consecuencia natural del envejecimiento. No todas las personas mayores desarrollan esta condición¹.
El Alzheimer puede comenzar afectando la memoria, pero con el tiempo también impacta la atención, el lenguaje, la toma de decisiones, el comportamiento y el estado de ánimo¹.
Tener antecedentes familiares puede aumentar el riesgo, pero muchas personas desarrollan Alzheimer sin antecedentes hereditarios. Factores como la salud cardiovascular, el estilo de vida y el entorno también influyen².
Aunque no existe una cura, identificar el Alzheimer en etapas tempranas permite planear, adaptarse y acceder a apoyo médico, familiar y social. El acompañamiento puede mejorar significativamente la calidad de vida³.
En la mayoría de los casos, los cambios son graduales y pueden confundirse con olvidos comunes. Por eso es importante prestar atención a señales persistentes como desorientación, dificultad para comunicarse o cambios de conducta¹.
Consultar al médico ante cambios en la memoria o el comportamiento es clave. Algunos olvidos pueden ser normales, pero otros podrían indicar algo más. Detectarlo a tiempo hace una gran diferencia⁴.
Muchas personas en etapas iniciales conservan su independencia y pueden seguir tomando decisiones importantes. Con apoyo adecuado, es posible mantener una buena calidad de vida por más tiempo¹.
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